A veces me
pregunto si existen los ‘flechazos’. Ese momento en el que ves a una persona y
ya sabes que es la indicada. Cuando, con tan solo un segundo en el que vuestras
miradas se cruzan sabes lo que se siente cuando tienes ese ‘flechazo’. ¿No os
lo habéis preguntado nunca? Hay muchas respuestas al respecto. Están los
escépticos que creen que eso son tonterías. Están los enamorados de la idea del
amor que piensan que eso existe y que más de una vez les ha pasado. Y están los
escépticos. Aquellos que si no lo sienten en primera persona nunca llegan a creérselo.
Los ‘flechazos’
pueden existir o no, pero lo que es innegable es que existe el amor. A veces
nace lento. Tan lento que ni los mismos protagonistas son capaces de
apreciarlo. Otras veces es un torbellino que destroza el castillo de naipes que
había construido esa persona. En cambio hay otras que crece en una de las dos
personas, sin que sea recíproco. En esta última posibilidad hay dos caminos: o
lanzas ese sentimiento al vacío del olvido o haces que surja esa oportunidad
que te lleve a él. Porque sí, no hay mayor verdad que la de que las ocasiones las
busca siempre una de las dos partes.
Las cosas
no nacen solas, y es ahí donde la gente falla. “Si le intereso ya vendrá”. “Si
no me habla es porque no le importo”. “Si no hace por conocerme es que no
quiere saber nada de mí” y una infinidad de típicas frases más… Pero la
cuestión es: ¿y si la otra persona está en la misma posición que tú? No puedes
sentarte a esperar que venga el tren, a que se pare delante de tus narices y te
guíen para que no te pierdas. A veces hay que lanzarse a la oscuridad sin saber
lo que pasará. Porque lo que sientes es algo que ni tú mismo entiendes, pero que
sabes que es especial. Porque esa persona es la que le ha puesto el rumbo a tu
vida. Porque esa persona que casi no conoces te ha hecho sentir más que ninguna
otra con la que llevabas años de vivencias. Porque esa persona hace que el día
más gris y lluvioso se convierta en un día soleado y con una temperatura
agradable. Porque esa persona hace que te sientas como en casa… Esa persona es
tu hogar… Esa persona es la indicada. No sabes el por qué. Simplemente lo
sientes. Y a los sentimientos nunca se le puede quitar la razón.