No hace falta tener un final feliz para vivir una historia de cuento de hadas / Desireé Moya |
No son
pareja. Nunca lo fueron y nunca intentaron serlo. Simplemente les gustaba estar
el uno con el otro, aunque no lo reconocieron. Al principio les costó darse
cuenta de ello, pero conforme avanzaba el tiempo todo era más nítido. A ella le
encantaban sus ojos marrones. Su boca tan perfecta. Su pelo corto. Su manera
tan informal de vestir. Su sonrisa. Su olor… Pero lo que más le gustaba, por
encima de cualquier otra cosa, era la manera en la que él la miraba. Esa manera
tan penetrante… tan… especial.
Especial es
una buena palabra para definir su (NO)relación. Porque claro, él no se
comportaba igual con todas. ¡Ni mucho menos! Cada vez que estaba con ella el
mundo desaparecía. No importaba que estuvieran con un grupo de amigos. Sus ojos
solo buscaban encontrarse con su mirada. Y claro, a ella le encantaba que eso
pasara. Le hacía sentirse diferente e importante. No necesitaba mucho más, tan
solo un rato con él, una charla por Whatsapp, verle jugar al fútbol o un
partido al PRO para sentirse plena.
Él, en
cambio, no lo quería ver. No se daba cuenta de que lo que realmente quería era
estar con ella. No separarse nunca de su lado y dormir juntos cada noche de su
vida. No supo admitir que era esa pieza del puzle que le faltaba para terminar
de completar su día a día. Pero sí lo sentía. Lo demostraba en cada gesto que
tenía hacia ella: una sonrisa, una caricia en el momento justo, esa necesidad de que fuera a verle a los partidos, una palabra de
aliento, un simple “todo saldrá bien” o esa manera en la que intentaba sacarla de quicio… Además de innumerables intentos de
atropello que terminaba en risas contagiosas y momentos irrepetibles.
Irrepetible…
algo que él nunca volverá a sentir por nadie más. Cuando encuentras la chispa y
la complicidad con LA PERSONA adecuada no la vuelves a tener con nadie más.
Porque eso solo pasa una vez en la vida y hay dos posibilidades: o lo
aprovechas y te lanzas a un vacío de desconcierto, o dejas pasar el tiempo y
pierdes a LA PERSONA. Esta segunda vía es la que tomó, a pesar de que todo el
mundo veía que lo que tenían era especial… No acabó bien, pero lo que vivieron siempre quedará en el recuerdo ambos.
Como dice
Jace Wayland en la famosa saga literaria de Cazadores
de sombras: “Amar es destruir y ser amado es ser destruido”. ¡Y cuánta razón
tiene! A veces no hace falta que dos personas tengan una relación, ni siquiera
unos besos tontos, para llegar a sentir un amor de verdad (o algo que roza esa
sensación).
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