lunes, 9 de febrero de 2015

La música de la vida

¿Alguna vez habéis tenido la necesidad de escuchar una X canción con la que os sentís identificados en ese momento? Yo sí. Es algo que imagino que os ha pasado a la mayoría, o a todos. ¿Por qué ocurre esto? Creo que es porque nuestra vida, en cierto modo, necesita de una banda sonora. Todo en este mundo es música. ¿Vas a un partido de fútbol? La afición anima con letras pegadizas. ¿Vas a tomar una copa? Tienes música de fondo que te anima a mover el esqueleto. ¿Vas a comprar? Tienes la típica BSO propia de los supermercados. ¿Ves una película o una serie? Tienen banda sonora particular. ¡Incluso si vas al dentista tienen música!

“La música amansa a las fieras” siempre me han dicho de pequeña. ¿Puede ser que por esta razón siempre tengamos la música en nuestra mente? Seguramente… La tranquilidad que nos aporta una buena canción lenta, mientras desconectas de todos los problemas que nos premia la vida. Mientras olvidas las horas de estudio que te quedan por delante. Mientras ignoras que mañana es lunes y debes madrugar para ir a trabajar. O simplemente para desahogarte. El típico método conocido como ‘el cepicro’ (una combinación de cepillo y de micro. ¿Quién no se ha puesto en su casa su canción favorita a todo volumen, cepillo en mano y ha acabado cual loco bailando o llorando por la casa? Yo soy una de esas locas.

La música es vida y la vida es música. Porque todos tenemos una banda sonora particular. A medida que pasan los años esa BSO cambia, evoluciona y continúa. Puedes darle a pausa para revivir una y otra vez una canción con un momento especial. También puedes retroceder de melodía para recordar un instante de tu vida, ello te tiene que servir para aprender, tomar impulso y mejorar en la vida. Mientras haces esto pierdes la oportunidad de conocer nuevas canciones, nuevas situaciones, nuevas personas... Tú eres el que decide qué hacer con tu propia banda sonora. Con un poquito de música la vida siempre se vive mejor.


viernes, 6 de febrero de 2015

Porque todos los caminos llevan a Roma y Roma al revés es amor

La mayor de las guerras que se pueden producir en el interior de una persona es entre sus sentimientos y su razón. ¿A quién se debe “escuchar”? ¿Es el miedo el que nos tortura, el que nos controla y nos somete? ¿O es la cabezonería de no querer reconocer que escogimos mal? Sea como fuere está permitido equivocarnos, porque todos los caminos llevan a Roma y Roma al revés es amor. Si no lo encuentras hoy, lo encontrarás mañana o al otro. No hay prisa. Tienes toda la vida por delante, recuérdalo.




















       Esa angustia que se siente cuando llegas a los 20 y no tienes pareja. Ese fatídico momento en el que te reúnes con tu familia y surge LA PREGUNTA (en mayúsculas chillonas como hace Grey para intimidar y dar énfasis a la situación). Creo que sabréis de qué pregunta hablo… “¿cuándo vas a tener novio? Mira que se te va a pasar el arroz”. Ese momento en el que te apetece tirarles el plato a la cabeza. “¡Si solo tengo 20 años! ¿Cómo se me va a pasar el arroz?” Es lo único que eres capaz de decir.

La soltería es una de las mejores etapas de la vida. Para aquellos obsesionados en tener pareja que no sois capaces de ver el lado positivo de la situación, yo os lo diré: poder hacer lo que te dé la real gana sin darle explicaciones a nadie. ¡¿No veis el alivio que supone eso?! Irte de fiesta con tus amigos, ponerte lo que quieras sin el run run típico del clásico “cari, vas muy corta, ¿no crees? Ponte algo más largo”. Claro, ahora mismo me pongo el traje de neopreno… ¡Ay no, que es muy ajustado!

Qué momentos de felicidad se viven sin tener pareja, pero claro, luego llega el romántico (o romántica) empedernido del grupo desprendiendo arcoíris por la boca y melocotones en almíbar por las orejas y te dan ganas de callarle con una dosis de realismo. Te controlas, con mucho trabajo eso sí, pero te controlas. Esa situación donde te dan ganas de esconder la cabeza cual avestruz para no seguir escuchando. 

      No os indignéis enamoradizos y enamoradizas. El amor es muy bonito, pero estamos en el siglo XXI y hay ciertas cosas que ya no gustan. Aunque he de reconocer que el detalle de que venga tu chico con una carta, una rosa y una caja de bombones a tu casa sin avisar. Con tu peli favorita y te proponga un sábado entero de manta y sofá siempre gusta. Pero hay que ingeniárselas, porque estamos en una etapa de la vida donde no queremos las cosas fáciles. Lo común aburre y lo diferente gusta. Por desgracia de esto último cada día estamos en más decadencia... Por eso hay que disfrutar de la VIDA, sin la necesidad de tener a una persona al lado para ser feliz. Porque la felicidad está dentro de uno mismo y eso nadie te lo puede arrebatar.