El olor a
chocolate caliente te despierta de ese magnífico sueño que estabas teniendo.
Abres los ojos, y ves que no está a tu lado. Te asustas. Sientes miedo a que se
haya ido sin ni siquiera despedirse de ti. Entonces se abre la puerta y ahí
está él con esa sonrisa que te enamoró. Esa dulce expresión que desearías que
permaneciera para siempre en su rostro. Quieres que sea feliz.
Bueno, él y
su bandeja con churros y chocolate y una rosa. Estás a dieta, sí, y él lo sabe,
pero le encantas tal y como eres. Te mima y te consiente. No deja que te prives
de los pequeños placeres de la vida. Sobre todo un sábado temprano que no
tienes que ir a trabajar. Esos pequeños detalles y esos “buenos días pequeña, ¿has dormido bien?” con el respectivo beso de
después, son una gran manera de despertar. Sí, definitivamente la mejor manera
de despertar.
Y así pasan
las horas entre risas, besos, caricias y un chocolate que se enfría poco a
poco. Pero ese frío no lo notan, no tienen tiempo para eso. Se entretienen
volviendo a explorar sus cuerpos centímetro a centímetro. Lunar a lunar. Beso a
beso. Una mañana que amaneció tranquila se convierte en todo un terremoto de
sensaciones que nunca habían sentido con otras personas. Esa dulce conexión
casi imposible de encontrar.
Una vez han
saciado sus ganas del otro por el momento dedican el día a conocerse más en
profundidad. Esa persona que era una total desconocida para ti se ha llegado a
convertir en lo más importante de tu vida. El destino es muy caprichoso y suele
ponerla delante de tus narices pero no sueles darte cuenta porque estás
perdiendo el tiempo con un imposible o con
algo que no va a llegar a ningún buen puerto.
Estos son
los momentos más difíciles que tuvo: decir adiós a algo que se quiere, pero que
no tiene futuro y abrazar el presente. Un presente que le deparó mucha más
felicidad que ese pasado ‘amado’ pero inútil. Es algo que pocas personas se
atreven a afrontar. Ellos lo hicieron y continúan felices en su propio mundo.
Un mundo que han creado por y para ellos, donde no tienen cabida terceras
personas ni intrusos. Un mundo llamado amor.
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