miércoles, 9 de diciembre de 2015

Los caprichos de la vida

La vida a veces es una caprichosa. Sí, es esa que te pone a la persona correcta en el momento indicado, pero en otro tiempo. Dos personas que van a diferentes velocidades. Sí, un antojo de esos que son capaces de hacer añicos un corazón. De sentirte vagabundo en un mundo donde no encuentras exactamente cuál es tu lugar. Porque tu lugar está en los brazos de esa persona. Unos brazos capaces de sostenerte en los días lluviosos donde tus ojos vaticinan la tormenta que se va a producir en unos instantes. Pero ahí llegan esas manos. Unas manos que frenan la primera lágrima e impide que caigan más. Y una boca. Esa boca que te da un beso lento. Suave. Dulce. Un beso que detiene el tiempo. Un beso que hace que olvides cada tristeza. Cada llanto. Cada preocupación.

El destino a veces es muy cruel. Te pone el caramelo delante de tus narices para quitártelo justo antes de que puedas saborearlo con detenimiento. Porque llega un momento en el que despierta de tu sueño. Un sueño en el que eres feliz a su lado. Escuchar su risa. Mirarle a los ojos. Saber que es feliz por ti, pero aun así sabes que no quiere lo mismo que tú. Tú quieres amanecer cada mañana a su lado. Despertarle con caricias en la espalda. Empezar una guerra de almohadas. Y terminar en una mañana de pasión desenfrenada. Pero no. Eso solo lo sabes tú. No quieres compartirlo por miedo a perder. ¿Pero no has perdido ya? Dicen que quien no arriesga no gana, pero quien no arriesga tampoco pierde. Aunque no se puede perder algo que nunca se ha tenido, ¿no?

Toca declararle la guerra a los caprichos de la vida y del destino. Enfundarte tu sonrisa por armadura y demostrar lo que vales. Porque si no se da cuenta de lo que tiene delante de sus narices entonces significa que no es la persona indicada. La vida es muy corta como para no ser feliz. No hay tiempo para detenerse. Hay que atarse los zapatos, levantar la cabeza y caminar hacia la felicidad. Pues esta es la única meta a la que de verdad puedes alcanzar por ti misma. Los sueños, tarde o temprano, se cumplirán. Pero solo tú los disfrutarás al 100% sin falsedades. Sin doble rasero. Sin reproches. Pues polvo somos y en polvo nos convertiremos.

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